
Entre 1999 y 2003 fueron grabados estos cuatro discos que constituyen un revitalizante musical inigualable, y en donde se recopilan una veintena de obras, si bien algunas incompletas (de las cinco óperas solo algunas arias), de uno de los más grandes compositores del siglo XX, y que poco a poco va ocupando el lugar que merece. Téngase en cuenta, además, que faltan sus obras más interpretadas en las salas de conciertos, como son el Concierto para violín y la Sinfonía en fa sostenido Op. 40, pero joyas como Prayer Op. 32, el coqueto Concierto para violoncello Op. 37, el Tema con variaciones Op. 42 o Baby Serenade Op. 24 muestran toda la paleta orquestal de este autor, brillantísimo orquestador equiparable a un Strauss, y melodista de oro, como bien atestigua su posterior carrera cinematográfi ca. Y hasta en su faceta más desenfadada como es la straussiana, donde aúna tres páginas del Strauss de las polkas, no deja de sorprender su fi neza.
Caspar Richter, con la Bruckner Orchester Linz, interpreta con pulcritud esta nada fácil música y con el entusiasmo de quien apuesta a lo que en su momento eran auténticos descubrimientos. Y si tiene alguna duda, compare los Abschiedlieder Op. 14 de Korngold con cualquiera de los ciclos mahlerianos y verá como nada tiene que envidiar. © 2020 Ritmo
Este amplio recital contiene algo más que un resumen de la música arrolladora de quien fue niño prodigio, operista que rozó lo genial y fue músico de Hollywood; él y Max Steiner (permítanme que me repita) inventaron el icono sonoro del cine que acababa de abandonar la larga y a veces fértil etapa sin palabras ni sonido incorporado (el no incorporada estaba presente en las salas, a veces en exceso). Korngold, nacido en Brno en 1897, fue uno de esos judíos que Hitler no pudo matar y que enriquecieron de manera decisiva los Estados Unidos que los recibían. La música de Hollywood pudo haber sido de otra manera, acaso como muestra La calle, película que se basa en la misma pieza teatral de Elmer Rice que dio lugar a Street Scene, de Weill.
El álbum contiene música orquestal de las cinco óperas de Korngold: de la genial La ciudad muerta; de la espléndida y sonoramente abrumadora El milagro de Heliane, no genial por culpa del kitsch del libreto; más El anillo de Kalíkrates, la excelente Violanta y el último testimonio, Die Katherin. Hay numerosas obras poco menos que infantiles, pero de madurez musical sorprendente, como Der Schneemann, o tardías, como Straussiana o Tema y varaciones. El cuarto CD se dedica al lied, y sabemos que Korngold no solo dominó la tensión para la pantalla, siempre cambiante en transiciones y modulaciones, sino en especial la voz. Al contrario que Steiner, Korngold compone solo dos películas al año. Es un artista, lástima que las películas que llevan su música no sean obras de arte. Pero quedan obras como el Concierto para violonchelo, que proviene de la película Deception. Numerosos solistas vocales e instrumentales consiguen, con Caspar Richter y la Orquesta Bruckner de Linz (¡), un espléndido monográfico Korngold. No necesitan oírlo en tensión: la propia música le llevará a ello. © 2020 Scherzo